Hay quienes dicen que el frío “conserva” la juventud: otras personas aseguran que da arrugas y acentúa la vejez. Lo cierto es que las condiciones de frialdad dan lugar a fisuras que ahondan la líneas de expresión ya existentes, destacando cuantas antes no eran tan visibles (además, son susceptibles a atrapar microbios causantes de irritaciones o pequeñas infecciones).
El cabello también sufre con el aire invernal, que le quita cuerpo, opaca su brillo natural, y lo hace lucir “chorreado”. La solución es acudir al salón de belleza y solicitar ayuda con un tratamiento acondicionador, más o menos profundo, según sea el caso, o cuidarlo con esmero en casa.