Ir a: Contenido
Pintarse los labios: En el rostro, ojos y labios constituyen los puntos focales. Unas veces las tendencias para ciertas temporadas hacen mayor énfasis en los primeros; otras, en los segundos. Todavía existe infinidad de compañeras que desconocen algunos elementales secretillos del arte de maquillarse, y por ello cometen errores a la hora de “arreglarse” la cara para salir. Sobre el creyón de labios deseo hablar. Parece muy sencillo pasarlo rápidamente y seguir andando; no obstante, el animar el rostro con este cosmético tiene sus “truquitos”. Comencemos por…
La elección del tono: Cuando pruebe un nuevo color, hágalo sobre la parte interior de la muñeca y no sobre el dorso de la mano (salvo cuando esté tostada por el sol), pues la piel en esa zona es la más parecida a la de sus labios. Tenga en cuenta el tinte natural de los labios: algunos, pálidos, exigen una tonalidad de la misma gama, pero más sostenida que la propiamente roja; otros, rosados y rojos, soportan el mismo tono. Antes de decidirse, acerque el creyón a los ojos, mientras se mira en un espejo, a fin de juzgar la armonía con el color de los ojos y el cabello. Si estos últimos son claros, los labios se matizarán con una tonalidad suave y luminosa; en tanto se elegirán tonos sostenidos y profundos mientras más morenos sean los ojos, la piel y los cabellos. Los rojos oscuros envejecen el rostro. Después de los sesenta años, los labios no deben maquillarse en exceso, y habrán de evitarse los anaranjados “rabiosos”. Un coral suave, sin embargo, queda tan bien como un rubí lechoso o un rosa neutralizado. Los tonos carmelita y uva, aunque han disfrutado de la preferencia femenina, por ser tan oscuros endurecen la expresión. Pocas mujeres los toleran con belleza, para ello han de poseer muy buenas facciones y una boca muy bien “esculpida”. Durante las horas nocturnas, pruebe a usar un rojo más profundo para el labio superior, y un tono similar, más suave, para el inferior: se obtiene un efecto de mayor relieve. También puede superponer dos tonos: por ejemplo, un rosa puro con un rojo anaranjado, o un rubí intenso con un rosa brillante. Sí, mezcle los colores y logre un color exclusivo.
La aplicación del lápiz labial: El maquillaje de los labios debe ser lo último que se haga, pues de otro modo se pudiera correr la pintura antes de terminar de arreglarse, o mancharse el vestido, en el caso de pasarlo por la cabeza una vez concluido el arreglo facial. La buena forma del creyón garantizará una mejor aplicación, si bien la manera óptima se consigue utilizando un pincel. Prefiera la punta en bisel, bien afilada y conservada, y aplíquelo generosamente sobre los labios secos y empolvados; después, apriete entre ellos un trozo de papel absorbente, y dé una segunda pasada, más ligera que la anterior. Cuando se vaya a retocar durante el día, elimine los restos con papel higiénico, vuelva a empolvar la boca y proceda a la nueva aplicación. Quienes usen pincel obtendrán un trazo más cuidado, además de que podrán aprovechar el cosmético cuando esté a ras del tubo. Algunas compañeras primero utilizan el creyón y luego perfilan los contornos con el pincel; otras marcan primero la silueta de los labios y después rellenan. No importa cuál sea el método que usted siga; lo decisivo es un dibujo nítido, simétrico, para no ofrecer nunca una impresión descuidada. Desde hace mucho tiempo desaparecieron los trazos demasiados artificiosos para lograr una boca bella y una sonrisa encantadora. No obstante, hay mujeres con labios finos que precisan ampliarlos con rasgos por fuera de los límites naturales; en cambio, otras deben pintarse por dentro de los bordes para dar una impresión de menos grosor. En cualquiera de los dos casos, resulta imprescindible un pulso seguro, firme, y mucha práctica para que lo que resulta un recurso de maquillaje correcto no se convierta en algo mal hecho, poco agradable.